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Cierra el ciclo y abre un mundo de oportunidades

Eran las 12:00 am de un fabuloso 31 de diciembre. Mi corazón latía fuerte por todo lo que quería conquistar este nuevo año entrante. Percibí que era el momento perfecto para empezar de ceros, cerrar ciclos, renovar mi vida y dejar el pasado atrás.

En lugar de hacer la media maratón con mis maletas o comerme un árbol lleno de uvas, me decidí por una hermosa hoja rosada de mi agenda. Tomé también mi lápiz morado para escribir todas las metas que quería cumplir en estos nuevos doce meses.

Cada línea que iba escribiendo me hacía sentir como mi mente se iluminaba. Mis pupilas se extendían y mi rostro emanaba una sonrisa cargada de fe; pero algo cambió de repente. Cuando leí mis metas, vi que todo era familiar. Una especie de deja vu me remontó a años anteriores como si cada diciembre tuviera el mismo matiz cada año.

Mi corazón empezó a latir lentamente. Mis ojos se humedecieron y mis manos se alistaron a romper esta hoja con remembranzas repetidas; mi mente estaba en una dualidad: no sabía si soñar o seguir comiendo uvas hasta atragantarme. Mi mente estaba dividida.

Preparé un peligroso cóctel de emociones negativas y pensamientos distorsionados con un intenso sabor a depresión y fracaso. En medio del aturdimiento, sequé mis ojos, tome la hojita una vez más y la guardé. Tenía la esperanza que algo cambiaría.


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El peligro del tapete

Pero, ¿A qué se debió todo esto? ¿Por qué siempre era más de lo mismo? Esta incertidumbre me acompañó por unos meses. No tenía certeza alguna para aclarar mis pensamientos en ese momento; quise continuar como si nada pasara, escondí mis emociones y pensamientos debajo de un tapete para poder avanzar.

Con los días, la prominencia del tapete se hacía cada vez más evidente y los tejidos de sus confecciones se reventaron. Hizo falta una barrida más para que todo empezara a salir y demostrar la suciedad de este olvidado rincón de mi corazón.

Algún día, en medio de una cálida conversación con una gran amiga, al escuchar su envidiable discurso biográfico que se paseaba entre el dominio de un nuevo idioma, nuevo trabajo y vacaciones en La Gran Manzana, me arremetió un fuerte viento de la intimidante comparación.

Su susurro me advertía cuan fracasada me encontraba en ese momento. Me recordaba el sinnúmero de sueños incumplidos, ciclos sin cerrar y listas interminables de metas que se quedaron en solo letras. Sentía como mis pensamientos y mis emociones me agobiaban.

Era como si de repente sintiera que estaba viviendo la vida aburrida de alguien más.

Llega septiembre y con él mi cumpleaños. Como era mi costumbre en esta época, desempolvé la lista de principio de año y al adentrarme nuevamente en este mundo de sueños y expectativas. Un destello de valentía, pero a la vez de confrontación, recorría todo mi cuerpo y salía finalmente por mis ojos en forma de lágrimas. Esta vez era diferente.

La chispa que hacía falta

no te rindas, tienes todo lo que necesitas para lograrlo

Un diminuto fuego de esperanza se encendía en mi corazón y una gota de “no te rindas, tienes todo lo que necesitas para lograrlo”, se filtró con sigilo en mi alma.

Eso tan aparentemente pequeño y débil se tornó de repente en algo tan grande y fuerte; compuso una armoniosa melodía que me hizo sonreír y danzar al ritmo de la esperanza. La venda de mis ojos se iba desprendiendo y la coraza de inseguridad que cubría mi corazón, se deshizo al contacto con esta llama incipiente.

Lo fundamental: cierra el ciclo

Aquí fue donde se marcó un hito importante en mi vida y es el punto central de mi mensaje. Quiero motivarte a salir de la cueva oscura de pensamientos negativos y actitudes pesimistas en la que constantemente nos introducimos para aislarnos de la realidad exterior.


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En ese instante de mi vida, entonces, empecé a tomar decisiones, la más importante y trascendental de todas, cerrar ciclos; el ciclo de la autoflagelación a través del perdón propio; el ciclo de las deudas a través del ahorro; el ciclo de la procrastinación a través de acción inmediata y el ciclo de la adicción a la aprobación a través de la seguridad en mi misma. En resumen, ¡Cierra el ciclo!

Revisa este video de Cierre de Ciclos para complementar 🙂

Agradecí las cosas que no cumplí, pues entendí que todo tiene su tiempo y que el mío estaba por llegar. Solté mis miedos y me atreví a soñar como los niños, con creatividad e imaginación. Dejé a un lado las palabras negativas que salían de mi boca y las reemplacé por palabras de vida.

Con el paso de los días, mi mente dejó de ser un albergue de negativismo para transformase en un hogar de paz.

Esta solo fue uno de las muchas batallas, que al igual que tú, he tenido que enfrentar para salir adelante. La caja de herramientas que llevo conmigo para reconstruir mi vida cada día es la que quiero compartir contigo a lo largo de este blog. ¿Cuál es la batalla que estás librando en este momento? Cualquier aporte es muy valioso 🙂

 

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